Lanzadera ha sido un viaje para nosotros

Al principio, cuando empezamos a planificar un viaje estamos emocionados, expectantes por todo lo que vamos a vivir durante nuestro camino y  estancia en el lugar que hemos escogido.Algunos habíamos planificado este viaje con antelación, con la clara intención de entrar en lanzadera, otros no habíamos planificado nada y fueron algunos amigos los que nos hablaron del viaje que pensaban emprender y otros nos subimos cuando el tren estaba ya en marcha. Así, cuando aquello comenzó a coger velocidad nos empezamos a dar cuenta de que no era lo que nosotros conocíamos y que nos habíamos atrevido a estar menos cómodos, a dar ese primer paso y sentirnos capaces de conocer lugares y personas nuevas.

Durante el camino que emprendimos, sin saber bien a dónde nos llevaría, comenzamos a conversar con muchos de los pasajeros que pululaban por ahí; unos saltaban, otros charlaban animados, a unos se les dibujaba una sonrisa de emoción, otros se mostraban más ensimismados, unos dudaban, otros se mostraban muy seguros… Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que podíamos ayudarnos unos a otros para aprovechar aquel viaje al máximo y que la maquinista tenía mucho que contarnos, pues ella había realizado ese trayecto unas cuantas veces más, aunque también quiso que supiéramos desde el principio que cada tren es diferente y que los pasajeros éramos los que le íbamos a poner el color a aquel viaje. Que todo dependería de nosotros.

 En las muchas paradas que el tren iba haciendo esperábamos nerviosos a que se abrieran las puertas para salir corriendo al mundo exterior, ese mundo nuevo que la maquinista nos estaba descubriendo. Cada parada era un sinfín de experiencias y personas nuevas. Vivencias éstas diferentes para cada uno de nosotros, pero tarde o temprano todos encontrábamos nuestro propio “para qué” de aquella parada. Algunos volvían al tren conociéndose un poquito mejor, ahondando en sus sentimientos, en su ser, explorando sus áreas de mejora y descubriendo satisfechos nuevos talentos que jamás hubieran imaginado que tenían. Otros llegaban al tren con la sensación de haber ampliado su red de contactos, de haber conocido miles de vidas, personas que seguirían en la sombra para ellos si no hubieran bajado en esa parada. Personas que con solo dos historias que habían compartido con los pasajeros ya les habían cambiado las suyas. Mientras más paradas hacíamos más aprendíamos de nosotros mismos, más nos íbamos enriqueciendo, más íbamos creciendo unos con otros, más nos complementábamos y más lugares y gentes nuevas conocíamos.

Cuando los viajes están a punto de terminar solo sentimos gratitud, y este viaje, como todos los que emprenderemos a lo largo de nuestra vida, ya ha llegado a su fin. Es hora, por lo tanto, de agradecer; a todos los compañeros de viaje por habernos acompañado y animado cuando estábamos perdidos, por avisarnos de las paradas para no perder ninguna oportunidad de aprendizaje y pasar de largo y por compartir sus emociones con nosotros. A la maquinista por dedicar casi todo su tiempo a pilotar este tren, ya fuera de noche o de día, ya hubiera tormenta, llovizna o luciera el sol, por no perder nunca el rumbo y estar atenta a su gps, por evitar que muchas veces descarrilara y por amenizar todos los momentos que hemos pasado dentro del mismo, sacando todo el jugo que podía a cada circunstancia. A todos los lugareños que nos han abierto las puertas de sus casas, nos han enseñado su ciudad (empresas), los pasitos que han dado para que sus ciudades crezcan y ahora se vean fuertes y capaces de atraer a turistas y por esperarnos con los brazos abiertos en su estación y despedirnos con el mismo entusiasmo. A otros muchos que se han atrevido a montarse con nosotros en el tren para tomarse un café y nos han contado historias maravillosas, aportándonos todo su valor humano y profesional. A todos vosotros, mil gracias, porque ya formáis parte de nosotros.

Es hora de bajarse de este tren pero con el pleno convencimiento de que nos vamos a subir en muchísimos otros y no hay mejor manera de cerrar un viaje que planificando el siguiente. Cuántos lugares más queremos visitar y cuántas personas más estamos a un paso de conocer… todas las que nosotras queramos. Trabajamos desde ya en nuevos viajes, que nos llevarán con otros compañeros a conocer a otras gentes y descubrir más lugares.

 La vida es un gran viaje en el que nunca se deja de aprender.