Mi trayectoria profesional ha estado ligada siempre a estos dos mundos; el audiovisual y la intervención social.

El primero ha sido, es y será mi gran vocación: el mundo audiovisual. Desde pequeña me quedaba prendada con los formatos de entretenimiento y programas de radio. En el momento de tomar la decisión tuve claro que quería dedicarme a esto, ser parte de esos equipos que no se ven pero que trabajan codo con codo por un objetivo común: algo tan bonito, mágico y apasionante como ser capaces de entretener a una audiencia cada vez más variada y exigente con lo que consume en su tiempo libre.

El mundo audiovisual nos acompaña durante toda nuestra vida y en multitud de momentos en los que buscamos acompañamiento o sentimiento de pertenencia, relajarnos, desconectar, motivarnos, encontrar referentes, divertirnos, aprender y un largo etcétera; y yo, quiero ser parte y semilla en todo esto.

Por otro lado, convertí uno de mis valores como persona en oficio: ayudar a los más vulnerables. La animación sociocultural se cruzó en mi camino y descubrí otra vocación. Había encontrado una profesión en la que poder guiar, ayudar o acompañar a la gente más necesitada de forma directa, viviendo y participando en su proceso evolutivo como persona y siendo un bastón en el que apoyarse en los momentos bajos o siendo luz en los oscuros.

Gracias a mi experiencia en estos dos sectores he podido desarrollar, potenciar y perfeccionar competencias como el trabajo en equipo, la observación, la escucha activa, la cercanía óptima, la gestión de conflictos, el compromiso, la empatía, la creatividad o la capacidad resolutiva, entre otras.