La primera impresión no tiene una segunda oportunidad

 

Nos encontramos en un ascensor con una persona a la que nos gustaría presentarnos, bien porque tenemos un proyecto y buscamos inversores, bien porque es un directivo o responsable de recursos humanos de una empresa en la que querríamos trabajar. Sabemos que como mucho dispondremos de 30 o 40 segundos. Hay que hacerlo bien para aprovechar la primera impresión. 

Nuestro objetivo en esos pocos segundos es captar su atención y crearle un interés que nos lleve a conseguir un medio de contacto directo, una entrevista o una  reunión.
Para ello es fundamental trabajar nuestro discurso, destacando en la presentación aquello que no se encontrará en el papel del CV o del proyecto, hablando con seguridad, dejando ver parte de nuestra esencia.

 

La situación del ascensor es el ejemplo clásico que se utiliza para trabajar el elevator pitch. Pero esta situación se nos puede presentar en cualquier momento, desde en el autobús, hasta en eventos profesionales, cursos o entrevistas a las que hemos llegado a través de un CV tradicional.

Dada la importancia de esta preparación, esta semana, en la Lanzadera hemos estado trabajando las presentaciones escritas, que en breve subiremos a la web para podáis conocernos a todos. Comenzamos el ejercicio de autodefinición buscando respuesta a las siguientes preguntas: ¿Cómo me defino? ¿Qué experiencia/formación tengo? ¿Qué se me da bien hacer? ¿Qué me apasiona?

Además, para reforzar el autoconocimiento hemos trabajado con los círculos de control, planteándonos situaciones y debatiendo sobre si jugamos a ganar o a no perder.