La Lanzadera de Empleo se despide con otro millón de ilusiones

Hace cinco meses arrancó la tercera edición de la Lanzadera de Empleo de Salamanca. Éramos veinte personas, con edades comprendidas entre los 22 y los 54 años, y dirigidas por nuestra técnica Mar Quintero. En las sesiones iniciales una de nuestras tareas fue decidir un lema: “Un equipo, un objetivo, un millón de ilusiones”. Y aunque en aquel entonces todavía no lo sabíamos, fuimos visionarios, ya que durante el tiempo que ha durado el programa, hemos cumplido con esas tres premisas.



Ser un equipazo, que remaba en una misma dirección, no nos llevó mucho tiempo. Y eso que en nuestro primer día de Lanzadera compartimos muchas dudas sobre qué es lo que íbamos a lograr. Pronto se disiparon, y si echamos la vista atrás todos estamos de acuerdo en que participar en el programa ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestra vida.



El objetivo de todos estaba claro, conseguir un empleo. Pero para ello, había que definir nuestro perfil profesional, para que nuestra búsqueda fuera lo más encarrilada posible. Y ese camino no lo hemos realizado solos, sino que aprovechamos la fuerza del equipo. Unos causaron baja del programa al conseguir una inserción laboral celebrada por todos. Otros hicieron lo propio al retomar estudios, lo que les ayudará a dar ese mismo paso en el futuro. Y los que hemos llegado al final de la Lanzadera, sabemos que si aplicamos todo lo que hemos aprendido durante estos cinco meses, conseguiremos lo mismo que nuestros compañeros. Al fin y al cabo en este equipo hemos tenido 21 ejemplos en los que fijarnos.



El millón de ilusiones ha sido el motor que nos ha permitido mejorar de manera exponencial nuestra empleabilidad a lo largo de todo el programa. Hemos desarrollado habilidades profesionales, como el autoconocimiento, la marca personal, el trabajo en equipo. Hemos practicado entrevistas de trabajo y dinámicas de grupo. Además, hemos realizado numerosos acercamientos a empresas, con la celebración también de un desayuno profesional que fue un verdadero éxito.



Y ahora llega el final. Es el momento de despedirnos, con una sesión en la que hemos contado con la compañía de alguno de esos compañeros que consiguió un empleo. Nos toca salir de ese nido en el que hemos crecido tanto durante esos cinco meses, y echar a volar por cuenta propia.  Desde hoy, nosotros mismos seremos nuestro propio equipo. Y avisamos...¡vamos lanzados!


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