Lo que dejamos alli

Pronto este local cerrará no por vacaciones sino por trabajo. Nadie sabe quién ni cuando volverá a usarlo, ni para qué. Supongo que lo primero que harán será entrar a recoger y limpiar lo que hubiera dentro. Y se nos ha ocurrido pensar que, pasado un tiempo, podrían aparecer unas cuantas cosas que dejamos aquí, digamos… olvidadas.

En un cajón estará guardado aquel “Si os parece” que Leire nunca pudo pronunciar aquel día por su afonía. ¿O quizá nadie escuchaba? Y en una mesa, nunca se podrá quitar la silueta de una pierna estirada y otra doblada.

Sonará en un teléfono esa llamada de una empresa que prometieron devolverle a Juan en otro momento. Y sonarán de continuo porque por fin habrán reconocido a un trabajador como hay pocos. Él estará atendiendo como no hicieron con él, en una oficina de espaldas a una pared opaca y sin espejo.

Asomará tímida, media cabeza de Paloma tras una columna, pero sólo un instante. Y volverá a asomarse, parecerá que desaparece, o que está lejos, pero nunca dejará de asomarse… pero poco.

Un montón de cubos de papel, caídos en el suelo, formarán la palabra “EDU” hasta que el eco de la voz de Rafa, con una química rotunda, hará que ellos solos se organicen y clasifiquen  en una estantería.

El espíritu inquieto de Ana, impregnando todo el local de un alegre rojo, bailará alrededor de las mesas, hasta encontrarse con la mente ocupada de Txus que, por una vez, en lugar de aportar serenidad, aparcará todo el laberinto de proyectos y formarán pareja en una danza vasca sólo para disfrutar de bailar y no pensar más.

Una carpeta transparente contendrá esas miradas directas que Abdalah reservaba y que sólo a veces las sumaba a su sonrisa serena y llena de un afecto reservado, del que aún cuelgan hilos de los que sus compañeros tiraban.

Arriba, tras las cámaras de seguridad asomarán una visera por arriba y una barba por abajo. En el objetivo, la silueta de un pájaro no piará “twit” sino “píx” y en Morse, se descubrirá que dice “Borja

Esas cámaras de seguridad buscarán la sonrisa nerviosa de Sofía. Esa sonrisa tratará de esconderse girándose lo que multiplicará el efecto al reflejarse de manera infinita en las cristaleras.

Cada mes, de entre los sistemas de aire acondicionado caerá el currículum con la imperturbable sonrisa de Arantxa y, al llegar al suelo, lo hará encima de un nuevo contrato.

Fuera, del buzón de correos cada día saldrá furtivo un joven ratón que conoce una entrada oculta al local. Buscará siempre la silla de Aitor y, al no encontrarle se volverá al buzón a dormir. Algunas veces robará cartas que vienen de Cuba, con fotos de un balneario en las que un grupo de abuelos juegan en una piscina y donde se adivina al otro lado la cara feliz de Judith, mirando la escena, tumbada en una camilla y recibiendo un masaje en la espalda.

Un ordenador, programado hasta el infinito, se activará solo cada tarde (siempre tres minutos más tarde que la hora que indica) y aparecerá la imagen de Iker saliendo de un armario, cada día más sereno, más maduro y más confiado. Un día cerrará el armario y hablará él y se hará el youtuber más popular por su ingenio y no por su ropa.

Aparecerá bajo una silla un tríptico defectuoso que convirtió Marisa en un graffiti con hiedra durante una asamblea. Esa hiedra crecerá y de ella brotarán por igual hojas y folletos de mil colores, que se enredarán alrededor del archivador.

Al lado del archivador estará la silla de Sergio y cada día, a las 13,45, caerán de su tapizado unas semillas que mágicamente germinarán y florecerán tapando las estanterías. Dentro del archivador quedó olvidada la foto que Susana descartó, pero algo más debió quedar de ella porque las propias baldas recogerán, clasificarán y etiquetarán todas las flores que allí broten por un lado y los folletos por otro.

La cámara que Jose dejó olvidada encima de una mesa se disparará y recogerá todas estas almas en una imagen que nunca se llegará a ver porque jamás habrá conseguido encontrar y manejar el programa de acceso para colgarlo.

Quizás encuentren todo esto. O quizá no. Quizá sea sólo fruto de la nostalgia previa y una imaginación cariñosa. Pero aquí aprendimos que la imaginación debe volar libre y nos debe guiar.

Nadie imagina algo de lo que no haya visto una parte. Nosotros hemos visto estas cosas y muchas más aquí juntos. Y si otros no las ven… ¿qué nos importa?

ZUBILAN 16  :  Una pequeña aventura, un gran equipo