La mar de la vida

Lejos de quedarnos sentados en el muelle de la bahía como la conocida canción de Otis Redding o en el muelle de San Blas como la protagonista de ese tema de “Maná”, esta semana dejamos la brújula en tierra firme y nos echamos a la mar como nuestros arrantzales de antaño a la búsqueda de novedosas aventuras dispuestos a visitar lugares quizás tan inhóspitos como gratificantes.

 

El mar o la mar, como prefieran, con su inmensidad. Gigante lleno de vida y de sal, azul o verde como la describe Carlos Goñi con su banda “Revólver” en su tema “San Pedro”. Un contacto directo con la naturaleza que nos permite agudizar los cinco sentidos. Una fuente de inspiración para descubrir los mejores caladeros donde gracias a nuestras redes de contacto seguir creciendo tanto a nivel personal como profesional.

 

La mar como una metáfora de la vida. Hay momentos de calma, “bare bare” lo llamamos por aquí, en los que hay que evitar caer en la relajación de pasar sin más de una ola a otra sin mayor motivación. A veces nos toca surfearlas en una mar por instantes de lo más infernal. En esas situaciones de cierta zozobra con peligro de encallar, debemos evitar el choque con el “iceberg” del desempleo a diferencia del Titanic. Pero sí así sucede, hay que actuar con serenidad y una actitud positiva para con la ayuda de tod@s, como si fuéramos una única trainera, mantenernos a flote.

 

La mar no sólo ha servido para trasladar personas, sino también mercancías. Los grandes barcos las llevan de un puerto a otro en contenedores, que nos recuerdan esos compartimentos siempre disponibles en nuestro cerebro. En unos guardamos lo prescindible y en otros lo que consideramos necesario y nos permite avanzar. Cuestión de saber elegir en cada momento y darle su utilidad más pronto que tarde.

 

En una tierra como la nuestra, donde la costa y la montaña se funden en bellos paisajes, donde la ría del Nervión nos lleva en un instante a nuestra querida mar, es buen momento para visitar el Superpuerto de Bilbao. Será el próximo lunes como reflejo de la conocida tradición y la importancia económica de este sector por estos lares. Y allí con el sonido de los albatros y otras aves como sintonía musical, contemplaremos ese bello lugar. Pero lejos de sentarnos, sentiremos la necesidad de continuar buceando en la mar de la vida.