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Mª Teresa Blázquez Muñoz

QUÍMICA

En búsqueda activa de empleo

 

En casa de mi abuela se “cocía” jabón, se pintaban con un mejunje las paredes del patio, las comilonas se sobrellevaban bebiendo el mismo líquido raro que se usaba luego para limpiar la plata o se asustaba a las cucarachas con un milagroso polvo blanco. Y yo quería saber cómo y por qué. Nunca se me habló de magia. Mi abuela, sin saberlo, era una estupenda científico.

Tenaz -terca, diría ella-, curiosa, entusiasta y disciplinada. No soy distinta de aquella niña que, ya entonces, buscaba encontrar sentido a todo lo que la rodeaba.

Pude ser bombero, detective, astronauta, cantante de copla, anestesista o matemático. Pero las experiencias moldean el cerebro y soy químico.

Disfruto con los retos. Por eso, realicé prácticas extracurriculares en la Unidad de Investigación del Complejo Hospitalario de Albacete, adquiriendo competencias y destrezas en un ámbito, la Investigación Oncológica Traslacional, desconocido para mí en ese momento, y en un ambiente que fomentaba y premiaba la iniciativa y capacitaba para el aprendizaje y trabajo autónomos.

He trabajado durante un año en un proyecto que me sirvió para maravillarme ante el enorme potencial de los nanomateriales. Y si te dijera que ya existen envases inteligentes que te chivan el estado de los alimentos para que en tu super no te den gato por liebre, o que, recientemente, investigadores australianos han descubierto nanopartículas de oro que detectan casi cualquier tipo de cáncer en menos de diez minutos, tú también te sorprenderías, aunque no sepas qué son esas cosas en apariencia tan marcianas.

Aunque mi experiencia profesional se ha centrado en la docencia y valoro el aprendizaje de cada actividad profesional, mi lado científico me impulsa a pelear por crecer profesional e intelectualmente en una empresa que mime la innovación, la formación continuada y entienda el afán de superación como mejor camino a la excelencia.

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