El día que dejamos de ser ovejas

¿Es posible ejercitar las emociones? Sí y, además, tenemos que aprender a hacerlo. La capacidad para gestionarlas y comprenderlas es la llamada inteligencia emocional. Así nos lo explicó la coach Nayibeth Soriano en un interesante taller que nos supo a poco y nos iluminó con herramientas para ser capaces de ser los dueños de nuestras acciones. “No gana el más fuerte –nos dijo- sino el que tiene más capacidad de adaptación”. Los pensamientos se traducen en acción a lo largo del día, de ahí la importancia de hacer cosas distintas, aunque todo cambio nuestro cerebro lo perciba como un ataque. La ponente desarrolló la teoría de los tres cerebros, neocortex (racional); límbico (emocional) y reptiliano (instintivo) y el papel que cada uno de ellos desempeña en nuestro día a día. El neocortex es el consciente y voluntario, toma decisiones sensatas y gestiona las emociones de los otros dos cerebros. El límbico es inconsciente, responsable de las respuestas emocionales, puede asumir el control completo del cerebro y es, en suma,” el que nos mete en problemas”. Y el reptiliano es responsable de instintos básicos relacionados con la supervivencia como el hambre, la sed o el sueño. ¿Y cuál es el que rige nuestro día a día? Curiosamente, solo un 1% del día estamos en el neocortex, mientras que el límbico domina el día. Con la metáfora de la oveja y el tigre nos hizo reflexionar sobre si somos víctimas, resignados y resentidos o, por el contrario, somos capaces de elegir y ser protagonistas de nuestra vida.

A modo de glosario, su taller nos dejó profundas frases para la reflexión:

No hay nada casual: Suerte es igual a preparación + oportunidad.

Cambiar el tengo/ debo/ por el quiero

Acepta las críticas de quien está contigo, no de quien está fuera

Hagámonos amigos de nuestra vulnerabilidad. Quitar el freno de mano y actuar.

A menudo preferimos tener la razón a ser felices.

En suma, gracias a Naybeth aprendimos que es preciso saber gestionar las emociones y ser resilentes para salir ilesos de situaciones adversas. En ocasiones nos forzamos a hacer cosas que no queremos solo “por quedar bien” y es para nosotros como si tomásemos “chupitos de cianuro”, según una expresión de Borja Vilaseca. Hay que aprender a decir que no y focalizarnos en vivir el presente, porque si hay algo eterno es el presente.