Despedida

 

La despedida tiene el mismo valor que la llegada, o incluso más. Sobre todo porque llegamos al Programa que nos ha acogido durante estos cinco meses ilusionados, expectantes y con muchas ganas de aprendizaje y cambio. Y nos vamos con nuevas ilusiones, expectativas y planes de acción que poner en marcha.

Todos hemos cambiado, no somos los mismos que entramos el primer día en la sala de la Lanzadera. Pero lo que sí nos diferencia, y nos une a la vez, es el recorrido, el famoso viaje. Un viaje de descubrimiento en el que nos hemos mirado dentro para reconstruirnos, nos hemos puesto a prueba para reconocernos como personas valiosas que pueden afrontar el reto de ser y hacer de una forma nueva. Y este descubrimiento es un gran regalo que vamos a conservar.

Como el libro que acabo de recibir de grandes y magnificas personas, Recetas de lluvia y azúcar, un recetario para entender las emociones que nos acompañan cada día. De todas las recetas que contiene voy a seleccionar la gratitud, simbolizada en este escrito en el espejo. “Al principio de los tiempos, los espejos tenían mucho apetito. Eran tan voraces que las cosas desaparecían al mirarse en ellos. Con la experiencia de los años, aprendieron a no tragarse aquello que veían y reflejar o que tenían delante. El reflejo ayudó a todos a reconocerse a sí mismos y lo que había a su alrededor. Por eso ahora, si se pone un espejo en el cielo se refleja la tierra, y si se pone en el suelo se ve a los pájaros volar”.

Gracias.